Que Dios creó el mundo en seis días es un hecho histórico, un suceso que tuvo lugar hace casi 6.000 años. Es un hecho básico para una sana comprensión del mundo que nos rodea. Y es un evento que Dios ha registrado cuidadosamente en Su Palabra.
El Libro de Génesis nos brinda una relación lisa y llana -sin fiorituras- de lo que ocurrió durante esos seis días. Esa relación es decididamente histórica en su naturaleza, y el registro bíblico es confiable y exacto en lo que dice, tal como historiadores y arqueólogos lo han tenido que aprender.
Es por completo irrealista creer que Moisés estaba tratando de describir algo enteramente diferente a lo que de hecho escribió, como la evolución darwinista. Es también antiintelectual leer en un texto ideas que nunca pretendió transmitir, como la evolución teísta. Quienes abusan así del texto están simplemente siendo deshonestos consigo mismos. (Jeremías 17:9: Juan 8:44).
Los estudios científicos han demostrado más allá de duda que el mundo no tiene billones de años como los evolucionistas presuponen. Cuidadosas mediciones del campo magnético de la Tierra revelan que su fuerza tiende a debilitarse. Eso no pudo haber estado ocurriendo por millones de años: si el mundo fuese tan viejo como dicen los evolucionistas, el campo magnético habría desaparecido hace siglos. Otros estudios revelan que la rotación de la Tierra se hace más lenta; análogamente, tampoco esta tendencia pudo haber durado millones de años. Prolijos estudios sobre la erosión muestran que los deltas fluviales existentes no pueden tener mucho más de 5.000 años. La ausencia de meteoros en las capas sedimentarias de la corteza terrestre, demuestra que estos estratos fueron formados rápidamente (por el aluvión), y no gradualmente, en el decurso de incontables edades, como los evolucionistas imaginan. Otros estudios también revelan que el Sol se está encogiendo, unos 5 pies (casi 1.5 metros) por hora; y que la Luna se está alejando de la Tierra. Estas cosas tampoco pudieron haber estado ocurriendo por millones de años.
La evolución no sólo contradice hechos sabidos por la ciencia, sino que la ciencia verdadera revela que lo exactamente opuesto a la evolución es lo que ocurre. La ciencia conoce de muchas especies animales que se han vuelto extintas, pero no registra ninguna nueva devenida en existente. El número de especies en existencia se hace menor, no mayor. Las mutaciones resultan de daños en el código genético, y como resultado siempre son dañinas, nunca beneficiosas. Más bien que hacerse más grande y más glorioso, el universo se halla en un estado de decadencia. Los procesos actuales resultarán eventualmente en la destrucción de toda vida. Dejado a sí mismo, el universo eventualmente se hará oscuro, frío y sin movimiento (Hebreos 1:10-12). Lejos de ser científicos, quienes se aferran a la evolución se están asiendo a un mito, y cerrando sus mentes a la verdad (Jeremías 17:9).
Una enorme cantidad de datos científicos está en pleno acuerdo con lo que la Biblia dice sobre la Creación. Aquí se mencionan sólo algunos de ellos, no obstante hay muchos libros disponibles para quienes deseen saber más. La Bible Science Association, en Minneapolis, el Creation Heritage College, en California, y muchas otras organizaciones publican literatura que debe estar disponible en su librería cristiana local.
Por ejemplo Darwin, después de un estudio de sólo seis semanas, concluyó que ciertos pinzones habían desarrolado evolutivamente sus pecualiares características para sobrevivir en las Islas Galápagos. Sin embargo, ahora sabemos que tales pinzones no son nativos de esas islas exclusivamente: fueron encontrados también en el continente. Además no hay siquiera mínima evidencia de que hayan evolucionado. Si en las Islas Galápagos hay algunos animales que no se encuentran en otra parte, ellos existen no porque la lucha por la supervivencia los haya producido, sino porque la falta de esa lucha los ha salvado de extinguirse.
La filosofía de Darwin está repleta de contradicciones. Por ejemplo, para explicar la ausencia de pelo en el cuerpo de los humanos, dijo que las hembras prefirieron machos con menos pelo, y por tanto los escogieron como compañeros; y supuestamente esto continuó así, hasta que todos tuvieron muy poco pelo. Pero después, para explicar el desarrollo de la inteligencia, da un giro, y alega que los machos escogen con quién aparearse, que combatirían por ello, y se aparearían los más inteligentes, perpetuando así sus simientes. (Para más sobre el tema recomiendo el libro "The Bible or Evolution," por William Jennings Bryan.)
Muchas de las conclusiones de Darwin se arraigan claramente en el racismo. Enseñó que la raza humana se originó en Africa, y habló de los negros como simiescos. Este racismo revela la naturaleza satánica de la filosofía de Darwin. La rebelión de Satanás contra Dios comienza con su deseo de autoelevarse a la divinidad (Isaías 14:12-15). El mito del progreso espiritual arranca desde esa rebelión de Satanás, y se encuentra en todas las religiones paganas. El darwinismo simplemente transfiere esta idea de progreso del reino espiritual al material. Como consecuencia, notorios ateos como Feuerbach, Nietzsche, Marx y Comte, vieron en la evolución un modo de quitar a Dios de en medio, exaltando al hombre a la divinidad.
(Ver "In Search Of Noah's Ark," por Dave Balsiger y Charles E. Sellier Jr.)