LA SIGNIFICACIÓN ESPIRITUAL
DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO
UN ESTUDIO
por

GARY RAY BRANSCOME

Lección 13

 La religión cristiana se funda sobre eventos históricos objetivos, y no en opiniones o ideas de hombres. Y esos eventos toman una naturaleza religiosa por causa de su significado espiritual. La significación espiritual de la resurrección de Cristo de la muerte proviene del hecho de que se levantó en triunfo y victoria, por sobre el poder del pecado, la muerte y el demonio.
Debido a que Cristo triunfó, podemos tener por cierto que fue Quien reclamó ser, que fue sin pecado, y que como Él vive, nosotros también viviremos. (1 Corintios 15:14,17; 1 Pedro 1:3; Romanos 8:34; Hechos 2:24,32; Juan 10:17,18; 1 Corintios 15:20-23).

CRISTO SE LEVANTÓ VICTORIOSO

 Si Cristo no se hubiera levantado de la muerte, si Su cuerpo aún estuviera en una tumba judía, entonces la religión cristiana no existiría.
Después de todo, Cristo no dejó atrás una filosofía, o una organización, algo que pudiese mantener juntos a Sus seguidores en Su ausencia. El corazón y núcleo de la religión cristiana, que es la fe en Cristo como Salvador del mundo, descansa sobre el hecho de que Cristo resucitó. Sin la resurrección, seríamos en realidad "los más miserables de todos los hombres" (1 Corintios 15:19). Nuestra fe es que Cristo murió, y que "a través de Su muerte pudo destruir a quien tenía el poder de la muerte" (Hebreos 2:14). ¿Cómo podría alguien creer que Cristo destruyó el poder de la muerte, si Él mismo estuviera aún preso en brazos de la muerte? (1 Corintios 15:14).

 La verdad de la resurrección es la Buena Noticia (evangelio), sobre la cual nuestra fe se apoya. Debido a que Cristo resucitó, creemos que murió por nuestros pecados. Creemos que nos redimió de la maldición de la Ley, siendo hecho maldición por nosotros. Y creemos que tenemos redención mediante Su sangre, y el perdón de los pecados a través de la riqueza de Su gracia. Como está escrito: "¿Oh, muerte, ¿dónde está tu agüijón? ¿Oh, tumba, ¿dónde está tu victoria? El agüijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado es la Ley. Pero, ¡Gracias sean dadas a Dios!, que nos dió victoria a través de nuestro Señor Jesucristo." (1 Corintios 15:3,55-57; Gálatas 3:13; Efesios 1:7; 1 Pedro 1:3; Colosenses 1:13; Romanos 14:9).

CRISTO FUE QUIEN RECLAMÓ SER

 Jesús dijo llanamente a los judíos que Él y Dios Padre eran uno. Uno en el sentido de que conocer a Jesús es conocer al Padre, y ver a Jesús es ver al Padre (Juan 10:30 y 14:8,9).
No fue alarde: Jesús nunca trató de exaltarse a Sí mismo, o hacer a la gente arrodillarse ante Él; por el contrario, dio ejemplo a Sus seguidores en Su disposición a servir (Juan 13:1-15). Sin embargo, cuando la pregunta le fue hecha, no trató de negar que era verdaderamente Dios manifestado en carne. Por causa de Su honestidad en decir a los judíos que era Dios, fue que ellos buscaron matarlo (Juan 10:27-33; 5:18; 19:7; 8:58, 59; 17:5,24; Colosenses 1:17; Apocalipsis 1:8,11; Éxodo 3:14).

 Incluso antes de ser crucificado, Jesús dijo a los fariseos que iba a entregar Su vida por Sus ovejas. También les dijo que Él tenía el poder tanto de entregar Su vida como de tomarla otra vez (John 10:11-18). En ambas declaraciones estaba alegando ser Jehová, porque Jehová es nuestro pastor (Salmo 23:1), y sólo Dios puede devolver la vida. A los fariseos esto puede haberles parecido una loca jactancia. Pero cuando Jesús realmente resucitó, Su triunfo sobre la muerte probó que no estaba alardeando. Su resurrección corroboró que estaba diciendo la verdad cuando alegaba ser Jehová. Si no hubiera estado diciendo la verdad, hubiese muerto como un pecador, la muerte hubiera triunfado sobre Él, y Dios nunca lo hubiese resucitado (Juan 5:23; 20:28; 10:30; 14:9 y 8:58).

CRISTO FUE SIN PECADO

 Si Cristo hubiese sido culpable de alguna transgresión, no habría sido aceptable a Dios como una ofrenda para expiar nuestros pecados.
Mucho tiempo antes de Cristo, los profetas habían revelado que la expiación debía ser hecha por uno que fuese Él mismo sin defecto o mancha (Éxodo 12:5; Números 19:2,9; Isaías 53:9-11, etc.). Si Cristo hubiese pecado, ese pecado le habría hecho esclavo de Satanás. Si hubiese sido esclavo de Satanás, habría sido imposible para Él destruir el poder del pecado, la muerte y el demonio (Hebreos 2:14; Romanos 6:16). Por tanto, Ud. puede estar seguro de que Satanás quiso que Cristo pecara. Y si Cristo hubiera sido sólo un hombre y nada más, de ningún modo hubiera podido resistir el poder y la astucia de Satanás, que como ángel es mucho más fuerte que cualquier hombre. Satanás confundiría y derrotaría a cualquier hombre, tan fácilmente como lo hizo con Adán. Sin embargo, debido a que Cristo es verdadero Dios tanto como verdadero hombre, fue capaz de resistir la astucia del demonio, ofreciendose a Sí mismo en nuestro lugar, como el cordero sin mancha de Dios (Hebreos 4:15; 9:28 y 10:4; Mateo 3:17; Lucas 9:35; Romanos 5:19, Judas 9).

COMO CRISTO VIVE, TODOS TAMBIÉN VIVIREMOS

 Debido a que Cristo resucitó de la muerte, a que derrotó a la muerte y ganó perdón para nosotros, tenemos seguridad de la vida eterna, a través de la fe en Él.
Ud. no puede evitar su propia muerte. Ud. no puede darse a sí mismo vida eterna. Por tanto, entienda que Ud. va a morir debido a que es un pecador a los ojos de Dios. ¡Sólo los pecadores mueren! La Biblia nos dice que "la paga del pecado es muerte" (Romanos 5:23); sin embargo "el regalo de Dios es vida eterna a través de Jesucristo nuestro Señor." (Romanos 5:23).
Una noticia: la vida eterna es un regalo. No podemos ganarlo. No lo merecemos. Nos llega sólo porque Cristo nos amó lo bastante como para tomar nuestros pecados sobre Él mismo, y morir en nuestro lugar. Cristo murió, así que a través de Su muerte podemos tener perdón, paz con Dios y vida eterna.
El sacrificio por el pecado se hizo una vez, y por todos, cuando Cristo murió en la cruz; Su resurrección es prueba de que Dios lo aceptó, y nos ha garantizado Su perdón. Por causa de la muerte de Cristo, el perdón ya está allí para nosotros; simplemente reconozca su necesidad del mismo: arrójese a la misericordia de Dios, y crea en Su palabra, cuando Él le asegura que Ud. está perdonado por causa de Cristo (Lucas 18:13 y 23:42,43).
Sí, el perdón ya es nuestro; nosotros simplemente lo aceptamos por fe (Efesios 2:8,9), sabiendo que debido a que Cristo vive, nosotros también viviremos (1 Juan 4:9; 2 Timoteo 2:11; Juan 11:25 y 14:19; 2 Corintios 13:4; Romanos 6:8; Juan 3:16,36; 1 Corintios 15:22).

CONCLUSIÓN

 ¡Debido a que Cristo vive, nosotros también viviremos! Esta gloriosa noticia es la misma esencia del evangelio. Sabiendo que Cristo ha conquistado a la muerte, podemos enfrentar la muerte sin temor. Debido a que Cristo resucitó de la muerte, tenemos la esperanza y seguridad de que también lo haremos.
Con esta confianza, los cristianos no vemos la muerte de un creyente como una tragedia, sino como un triunfo, y asimismo como una oportunidad para compartir la esperanza de la resurrección con sus parientes y amigos no salvados: si alguno de ellos llega a la fe esperando ser reunido con sus seres queridos, que ya han partido a la resurrección, entonces está siendo bautizado por [para ser reunido con] la muerte (1Corintios 15:29).

PREGUNTAS PARA ESTUDIO

1. ¿Por qué un evento histórico tal como la resurrección de Cristo de la muerte es de naturaleza religiosa?
2. ¿En qué se apoya nuestra fe en Cristo como Salvador del mundo?
3. Si Cristo aún estuviera preso en brazos de la muerte, ¿podría alguien creer que ha triunfado sobre la muerte?
4. ¿En qué sentido dijo Jesús que Él y el Padre eran uno?
5. ¿Qué prueba el triunfo de Cristo sobre la muerte?
6. ¿Cómo se prueba el hecho de que el sacrificio de Cristo fue aceptable a Dios como ofrenda por la expiación de nuestros pecados?
7. ¿Podría un hombre nada más resistir el poder y la astucia de Satanás?
8. ¿Por qué razón va Ud. a morir?
9. ¿De qué es prueba la resurrección de Cristo?
10. ¿A qué nos ayuda saber que Cristo ha conquistado la muerte?