Por un milagro divino, Dios llamó a la existencia a
los cielos, a la tierra y a todas las cosas vivientes en sólo seis días.
Todos los ángeles fueron creados durante aquellos seis días, y al comienzo
del séptimo día la obra de creación de Dios estuvo completa (Génesis 2:1-2;
Éxodo 20:11). Y todo lo que Dios creó era bueno, santo y puro (Génesis
1:31; Job 38:7; 1 Corintios 14:33; Deuteronomio 32:4; Mateo 25:31).
Los ángeles que Dios creó son seres espirituales (Hebreos 1:14).
Son por naturaleza más poderosos, inteligentes y gloriosos que el hombre
(2 Reyes 19:35; 2 Samuel 14:20; Lucas 15:10; Mateo 18:10; Salmo 8:5). Aunque
son espíritus finitos, cuyo poder y sabiduría son limitados (1 Pedro 1:12
y 3:22). Los ángeles son seres asexuados, que no mueren ni se reproducen
(Mateo 22:30; Marcos 12:25,; Lucas 20:36).
Y Lucifer, cuyo mismo nombre significa "el portador de la luz",
fue originalmente el jefe de estos ángeles (Ezequiel 28:13-14; Isaías 14:12;
2 Corintios 11:14).
El pecado de Lucifer, que lo separó de Dios, y lo arrojó bajo
condenación del Altísimo, fue su deseo de ser Dios (Isaías 14:12-14). Este
deseo de ser Dios fue el primer pecado, y es el mayor, y básico a todo
pecado (Ezequiel 28:15; 2 Pedro 2:4). A través de este pecado, la naturaleza
de Lucifer fue trasmutada. Ya no más el portador de la luz, se volvió Satanás,
el enemigo, el acusador, padre de la mentira (Juan 8:44). Mediante la influencia
de Satanás, un tercio de los ángeles del cielo fueron arrojados a la muerte
espiritual, con lo que se hizo el primer asesino (Revelación 12:3-10; Juan
8:44).
Pasando su pecaminoso deseo de ser Dios a Adán y Eva, Satanás los
trajo a ellos y sus descendientes, y a todo el universo físico que ellos
gobernaban, bajo su propio dominio (Génesis 3:4-5; Romanos 5:12-14 y 6:16;
2 Corintios 4:4; Génesis 3:14; Hebreos 1:10-12).
Esto nos lleva a otro aspecto de la mentalidad satánica: el
deseo de hacerse uno mismo quien determina lo que es verdad. Como sabemos,
Dios es Quien determina lo que es verdad (Juan 14:6; Salmo 146:5-6). Si
la verdad no estuviera sujeta a Dios, entonces Él estaría sujeto y limitado
por la verdad. Como la verdad está determinada por Dios, Satanás desea
hacerse a sí mismo quien determine la verdad. Su pecado comenzó inventando
la mentira de que él era Dios, y todos sus esfuerzos se dirigen a hacer
que esa mentira se vuelva verdad.
La naturaleza del hombre fue creada para reflejar la de Dios (imagen),
pero a través del pecado, la que refleja en su lugar es la de Satán (Jeremías
17:9). Vemos la naturaleza satánica dondequiera excusemos el pecado. Cuando
sabemos que algo está mal, pero presentamos alguna excusa para justificar
nuestro proceder de algún modo, estamos creando una mentira (excusa) para
reemplazar la verdad: nuestro conocimiento de que está mal. Tal comportamiento
de nuestra parte arraiga en el satánico deseo de hacerse uno mismo Dios.
Cada pecado cometido por el hombre arraiga en este satánico deseo
de hacerse uno mismo Dios: la autodeificación. Quienes son crueles y opresivos
sólo desean exaltarse a sí mismos. La mentalidad satánica desea controlar,
dominar, manipular y usar a otros, todo para beneficio del ego. El hombre
que seduce a una mujer lo hace sólo para gratificar sus propios deseos
egoístas; si realmente le importase no la querría para pecar (1 Juan 5:2).
Cualquier interés que él piense que siente por ella es un engaño de Satanás:
lo que él desea es hacer verdadera la mentira satánica de que adulterio
es amor. Los letristas de canciones, maestros, y otros quienes alientan,
defienden o promueven la conducta pecaminosa, son motivados por el satánico
deseo de rehacer la verdad conforme a sus propios impulsos lujuriosos.
En realidad odian a quienes engañan.
Todos los que quebrantan los mandamientos de Dios repiten el
pecado de Satanás. Quienes fabrican ídolos lo hacen a fin de reemplazar
la verdad de Dios con una mentira (Romanos 1:25). Creando un dios muestran
su deseo de mudarse ellos mismos en Dios creador, y así en el verdadero
Dios. Los ateos que niegan la existencia de Dios, y alegan que el hombre
es Dios y el creador de Dios, son movidos por idéntico deseo satánico.
Vincent P. Miceli, en su libro "The God's Of Atheism", transcribe
cita tras cita donde los ateos alegan que el hombre es Dios. Lo cual no
debería sorprender a nadie, porque el pecado que corrompió la naturaleza
del hombre es claramente satánico (Efesios 2:3; Jeremías 17:9).
Quienes maldicen en nombre de Dios, son motivados por el deseo de
mudarse ellos mismos en Quien tiene el poder de dañar (Mateo 10:28). Quienes
rehusan ir a la Iglesia, como Satanás se están resistiendo a adorar a Dios.
Quienes hacen el mal, sin importarles lo que sus padres les han enseñado,
están desafiando la verdad de Dios que ellos le transmitieron (Lucas 10:16).
Quienes cometen homicidio, se ponen a sí mismos en lugar de Dios, que determina
cuando alguien debe morir. Quienes levantan falso testimonio, se hacen
a sí mismos quienes determinan lo que es verdadero. Quienes roban, intentan
cambiar la verdad acerca de quien es el real propietario. Y quienes codician,
tienen el satánico deseo de pecar, pero aún no lo han llevado a la práctica;
tales deseos pecaminosos son pecado en sí mismos.
Así se observa que todo pecado parte del satánico deseo de hacerse
uno mismo Dios. Quienes desafían los mandamientos de Dios están intentando
hacerse a sí mismos iguales o superiores a Dios. Quienes rehusan admitir
sus pecados, están rechazando la ley de Dios, y así se rebelan contra Su
autoridad (Job 24:13; 1 Samuel 15:23).
1. ¿Cuándo fue creado Satanás?
2. ¿Era malo Satanás en su comienzo, cuando Dios lo creó?
3. ¿Cuál fue el primer pecado?
4. ¿Cuál es un pecado arraigado en el deseo humano de exaltarse
a uno mismo?
5. ¿Qué es lo que se encuentra arraigado en todo pecado cometido
por el hombre?
6. ¿Qué desea la mentalidad satánica?
7. ¿Cuál es la motivación de los ateos quienes que alegan que el
hombre es Dios?
8. ¿Qué es lo que intentan hacer todos quienes desafían los mandamientos
de Dios?
9. ¿Cuál es un modo en el cual los falsos maestros a menudo intentan
hacerse Dios?
10. ¿Dónde se observa más abiertamente el deseo de hacerse Dios?