Los términos "liberal" y "conservador" son muy usados pero
muy poco definidos. Mucha gente en la prensa está pronta a etiquetar agrupaciones
o ideas como "liberales", "conservadoras", de "derecha" o "izquierda".
Pero estos etiquetamientos distorsionan la verdad. Se dirigen más a estereotipar
que a representar exactamente lo que la gente cree.
Yo identifico con el término "conservador", porque creo que la Biblia
es la Palabra de Dios, desde Génesis a Apocalipsis. Y como creo en la Biblia,
también en la moralidad y en la libertad bajo la ley; y por ende también
en los principios sobre los cuales esta nación fue fundada, y en los límites
que originalmente la Constitución puso sobre nuestro gobierno.
Y además, resisto todo intento de quienes adoptan la posición contraria
por estereotiparme como racista, antiprogresista o simplón extremista.
Como creo en la Biblia, también creo en los Diez Mandamientos; por tanto creo que está mal matar bebés en el vientre materno. También creo que está mal el intercambio sexual fuera del matrimonio, o la perversión del sexo mediante la homosexualidad. Por esa razón creo que tanto aborto como homosexualidad son condenables como malos.
Como creo en la Biblia, también que Dios creó a hombres y mujeres
para llenar distintos papeles en la sociedad. La familia es parte del Plan
de Dios para unos y otras. Dios quiso para el marido que condujera el hogar,
cuidara de su mujer e hijos, les protegiera y proveyera. El marido cuida
de su mujer y le ayuda, y ella le cuida y ayuda a él también, según su
rol. Juntos conforman un equipo; y quienes quieren que tengan idénticos
papeles destruirían este equipo: son los verdaderos enemigos de la mujer.
Como creo en la Biblia, también que Dios da a cada hombre los frutos de su trabajo (Génesis 3:19). Además, Su mandamiento "No robar" nos da el derecho a mantener lo que ganamos; ningún gobernante tiene autoridad para robar sin más a sus súbditos. Y no hay diferencias si roba para enriquecerse él mismo o para comprar votos con algún esquema de "bienestar": robo es siempre robo. A los gobernantes Dios les ha dado autoridad para que puedan ser un terror para los malhechores (Romanos 13:4). Y cuando hacen bien su trabajo merecen su salario, y tienen gastos que deben cubrirse; pero el poder tributario jamás debe pervertirse en algún tipo de esquema redistributivo de la riqueza.
Como creo en la Biblia, también que la ley y el derecho deben apoyarse en inalterables principios sobre lo bueno y lo malo, y no en las cambiantes opiniones de los jueces. Por esa razón me opongo al activismo judicial, y a todo intento gubernamental de redefinir o evadir la Constitución. Hay sólo un significado válido para sus palabras, y es aquel que quienes la escribieron pretendían que tuviese: el significado pretendido o intencional. Que fue claramente explicado -y puesto por escrito- en cada una de las convenciones de los estados que ratificaron la Constitución original. Sólo el significado pretendido de la Constitución tiene autoridad de ley. Si permitimos a los izquierdistas ("liberals") redefinirla para que se ajuste a sus caprichos, podríamos llegar a no tener siquiera Constitución.
Como creo en la Biblia, también que los hombres somos por naturaleza pecadores; y por tanto, creo que los límites constitucionales sobre quienes están en el poder son esenciales para la libertad. En palabras de Thomas Jefferson: "Basta de oir sobre tener confianza en los hombres: pongamosles a resguardo de sus diabluras con las cadenas de la Constitución."
Como creo en la Biblia, también en la preparación militar. El gobierno más capacitado para conservar la paz es el que está mejor preparado para la guerra (Lucas 11:21). Y para cualquier país, una de las mejores maneras de prepararse a repeler agresiones es contar con una ciudadanía armada (Lucas 22:36, Génesis 14:14). Por esa razón me opongo al control de las armas.
Como creo en la Biblia, también que no es función de los gobernantes el restringir y reglamentar a los ciudadanos respetuosos de la ley (1 Timoteo 1:9). Por esa razón creo en la libertad de empresa. La gente debe ser libre para iniciar nuevas empresas o edificar y desarrollar las ya comenzadas. En tanto tengan negocio honesto y no engañen o defrauden a nadie, entonces el gobierno no tiene que interferirlas para nada. Por tanto me opongo a toda innecesaria reglamentación de empresas y negocios: está bien que no se les permita robar a la gente su agua o aire limpios contaminando; pero jamás debería aprobarse ley alguna para ayudar a una firma a abatir a la competencia.
Como creo en la Biblia, también en la pena capital. Las leyes
de Moisés la establecían para determinados crímenes; y Dios levantó gobernantes
para encargarse de esta penalización (Romanos 13:4).