LOS FUNDAMENTOS DE LA FE Y LA LIBERTAD
MANIFIESTO CRISTIANO
 

por GARY RAY BRANSCOME


 Dios llanamente ha expuesto la razón por la que hizo que se escribiese la Biblia: testificar a Cristo (Juan 5:39 y 20:31). También ha dejado claro que el mensaje que quiso transmitir es expuesto llanamente, en el lenguaje de los carpinteros, pastores, fabricantes de tiendas y pescadores (2 Corintios 3:12). La doctrina que Dios nos ha dado no es una filosofía para discutirse, sino una historia, para aceptarse como hecho objetivo (1 Corintios 15:1-8).
Y fundamentales a esta historia son siete eventos reales, de los cuales seis son pasados, mientras que otro está aún en el futuro. Esos eventos son los siguientes:

1. La creación del mundo en seis días.
2. La caída del hombre en el pecado.
3. El nacimiento virginal de Cristo.
4. La muerte de Cristo en la cruz.
5. La resurrección de Cristo de entre los muertos.
6. La ascensión de Cristo a los cielos.
7. El retorno de Cristo para juzgar a vivos y muertos.

 El registro de la Creación y la Caída es básico a la obra del Espíritu Santo en convencer al mundo de pecado (Juan 16:8). El registro del nacimiento virginal de Cristo, su crucifixión y resurrección, es básico a la obra del Espíritu Santo en convencer al mundo de que la verdadera justicia se encuentra sólo en Cristo (Juan 16:8). Y el registro de la ascensión de Cristo y la promesa de su retorno, es básico a la obra del Espíritu Santo en convencer al mundo acerca del juicio que viene (Juan 16:8).

 La Biblia no sólo nos informa acerca de esos eventos históricos externos, también nos habla sobre su significado espiritual. Por ej., el significado espiritual de la muerte de Cristo en la cruz es que Su muerte hizo expiación por nuestros pecados. Verdades como esa, han de ser entendidas como historia, y no deberían ser forzadas a conformarse con un sistema teológico, como si fuesen meras ideas.
 

CREACIÓN

 Saber cómo el mundo devino a su existencia es vital para la libertad.
Nuestra propia "Declaración de Independencia" afirma: "todos los hombres fueron creados iguales, y dotados por su Creador con ciertos derechos inalienables." El registro bíblico de la Creación es básico para la libertad, porque lo es para entender la relación del hombre con Dios. Si el hombre simplemente evolucionó, entonces no estaríamos confinados por reglas morales más de lo que lo están los animales. De hecho, si Dios hubiese empleado la lujuria y el derramamiento de sangre para crear al hombre, entonces lujuria y derramamiento de sangre serían buenos, santos y justos. ¿Y no es precisamente eso lo que creen los comunistas? ¡Los cristianos no deben quedarse callados! No sólo porque la Biblia enseña la Creación, sino además porque la Creación es fundamental a la moralidad, y la tiranía es un mal moral. Las iglesias necesitan poner buenos materiales creacionistas a disposición de sus miembros. Además Darwin era un racista, por eso los creyentes deben condenar todos los manuales evolucionistas y "progresistas" como racistas, e insistir en que sean removidos de las escuelas públicas.
Después de todo, la Creación es estadounidense: está en la Declaración de Independencia. La evolución en cambio es racista, y antiestadounidense, y es la base de la amoralidad tanto nazi como comunista.
 

LA CAÍDA

 También es vital para la libertad entender la naturaleza del hombre.
Quien crea que todos los hombres son básicamente buenos, creerá ciegamente lo que le digan sus gobiernos; y esa confianza ciega siempre conduce a la tiranía. En cambio la verdad indefectiblemente lleva a la libertad; y la verdad sobre la humanidad es que todos tenemos una naturaleza pecaminosa, resultado de la caída de Adán en el pecado. Esto no equivale a decir que todos somos culpables por causa de lo que hizo Adán, sino que todos somos culpables por causa de nuestra propia naturaleza, que es incorrecta, y toda incorrección es pecado.
Y como los deseos del hombre son incorrectos, los gobernantes deben ser restringidos y constreñidos de todo pecaminoso abuso de su autoridad.

 La Biblia nos advierte claramente sobre los abusos que se seguirán si los gobernantes no son mantenidos bajo control. De hecho, todos los reyes que registra la Escritura, y con sólo muy contadas excepciones, fueron culpables de los mismas comportamientos verdaderamente criminales, contra los que se suponía ellos debían vigilar, guardar y proteger. Es la pura verdad desde el asesinato de Urías por David hasta el de los niños por Herodes.
De paso, esta honestidad sobre los pecados de los reyes, es una de las evidencias de la inspiración de la Escritura. Porque la cultura del antiguo Israel carecía de un concepto formal de objetividad en investigación histórica. No obstante, la Biblia presenta un registro muy objetivo y abierto de los eventos del pasado; y no solo eso, sino que también retrata la naturaleza humana muy exactamente. Un testimonio así no tiene paralelo en toda la historia, y francamente no existiría sin inspiración divina.
Los cristianos deben entender que la caída del hombre no es una opinión, sino un hecho de la historia. Y como tal proporciona la única explicación adecuada de la naturaleza humana, cuya comprensión es básica para limitar el gobierno, y por ende para la libertad. "La verdad os hará libres!": Juan 8:32.
 

EL NACIMIENTO VIRGINAL DE CRISTO

 La premisa de que la libertad es buena y la tiranía mala es un precepto moral.
Y la verdad de que Dios se ha revelado a Sí mismo en Jesucristo, es básica a ese precepto. Porque si Dios fuese un cruel tirano, que impusiese a los hombres Su voluntad por sobre la ley, entonces una tiranía humana que ayudara a imponer la ley sería buena y benéfica. Sin embargo, sabemos que Jesús nació sin pecado como el Hijo de Dios, Dios manifiesto en carne. Mediante la revelación que Dios hace de Sí mismo al mundo en la persona de Jesucristo, sabemos que es bueno y afectuoso, no es un tirano. Y el nacimiento virginal explica la manera como Dios se hizo hombre en la persona de Cristo.
 

LA MUERTE DE CRISTO EN LA CRUZ

 Dios reveló al mundo su afecto y bondad cuando -en la persona de Jesucristo- tomó nuestros pecados sobre Él mismo, y murió en la cruz en nuestro lugar, de modo que pudiesemos tener perdón y vida eterna. En tanto Dios se ha revelado a Sí mismo como bondadoso y en disposición de servir a otros, es asimismo Su voluntad que los gobernantes también sean bondadosos y dispuestos a servir. Pero no obstante, Dios ha puesto y dejado en claro que los gobernantes no sirven a los demás dandoles alguna propiedad que hayan confiscado a otros, tal como lo hacen quienes se llaman "benefactores" (Lucas 22:25,26). El servicio de los gobernantes en cambio, consiste en ver que los criminales reciban pronta y segura penalización, y los ciudadanos buenos y justos el encomio que merecen (Romanos 13:3, 1 Pedro 2:14, Eclesiastés 8:11, 1 Timoteo 1:9, 1 Timoteo 2:2).
La muerte de Cristo en la cruz es básica a nuestra fe cristiana; y es uno de los hechos históricos mejor establecidos, y como un hecho debería ser presentada en todo manual de historia.

LA RESURRECCIÓN DE CRISTO DE ENTRE LOS MUERTOS

 La resurrección de Cristo de entre los muertos es también uno de los hechos históricos mejor establecidos. Josh McDowell presenta la evidencia de la Resurrección en su libro "El factor resurrección" (The Resurrection Factor.)
Al levantar de los muertos a Cristo, Dios mismo ha testimoniado no sólo que Jesús era todo lo que alegó ser, sino además haber aceptado Su sacrificio en nuestro favor. Por consiguiente, la resurrección imprime un sello divino de garantía a todo lo que la Biblia dice, cuyas verdades son básicas para la libertad. Las iglesias deberían poner libros como los de McDowell a disposición de sus miembros, y urgirles a llevar ejemplares. Los eventos básicos de nuestra fe no son meras opiniones o teología, sino hechos de la historia, y como tales el mundo necesita conocerlos.
 

ASCENSIÓN DE CRISTO A LOS CIELOS

 La ascención de Cristo coloca un segundo sello divino sobre Su obra, y establece una base objetiva para creer que regresará, y que todos los gobernantes serán llamados a dar cuenta de sus crímenes. Si Cristo hubiese resucitado simplemente para envejecer y morir como cualquier mortal pecador, entonces no habría fundamento para creer que un día va a juzgar al mundo. Y nuestras libertades están seguras unicamente cuando los gobernantes se comportan como si fuesen a dar cuentas a Dios.
 

LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO

 El hecho de que Cristo ascendió a los cielos, y vendrá otra vez, a juzgar a los vivos y a los muertos, es la razón por la cual toda rodilla se doblará -y de hecho se doblará- ante Su nombre (Filipenses 2:10). Toda rodilla incluye las de cada gobernante. Todo gobierno reconocerá que Jesucristo es Dios. La Biblia llanamente enseña que toda alma -y esto incluye la de cada gobernante- se debe someter a la autoridad de Dios (Romanos 13:1).
Y debe someterse porque ninguna autoridad existe sino por voluntad de Dios.

 Por esa razón todo gobierno -y toda ley producida por los gobiernos- debería estar de acuerdo con la pauta de moralidad divina, resumida en los Diez Mandamientos.
Esto es importante porque toda ley de hecho refleja alguna pauta de moralidad, por consiguiente todo gobierno tiene que elegir entre aceptar o rechazar la de Dios. El humanismo secular por ej. sostiene que debería ser legal matar niños no nacidos, mientras que el cristianismo dice: No!, ¡Dios prohibe el asesinato! Pero las leyes de un país no pueden estar de acuerdo a la vez con el cristianismo y el humanismo secular. Tolerar ambas opiniones y permitir abortos implica admitir el humanismo secular. El gobierno deberá elegir: ¿será cristiano o humanista?

 Es vital para la libertad que nuestro país reafirme su compromiso con la moralidad cristiana, porque nuestros inalienables derechos -dados por Dios-, arraigan en ella. Cada mandamiento de la ley de Dios nos da un derecho correspondiente; y el gobierno existe para proteger esos derechos. El mandamiento "No matarás" nos da el derecho a la vida. Es cierto que en la Biblia Dios permite la pena capital, la defensa en tiempo de guerra, etc.; sin embargo ningún gobernante tiene la autoridad de asesinar, como lo hizo David en el caso de Urías. Por esa razón el gobierno como sistema debería constituirse de modo tal que todo gobernante que cometa esos crímenes sea juzgado y penalizado.

 El Primer Mandamiento nos da el derecho a adorar y servir al único y verdadero Dios, con exclusión de cualquier otro. Pero como parte de la adoración consiste en hacer Su voluntad, también nos da el derecho de servir a Dios proclamando Su Palabra libremente, aunque ella condene los pecados de los gobernantes, y eso implica libertad de expresión. También nos da el derecho a publicar lo que decimos, y el derecho a reunirnos pacíficamente para estudiar y discutir esa Palabra; ello implica libertades de prensa y reunión en asambleas. Y además nos da el derecho a trabajar -a través de medios legales y morales- para corregir los abusos de los gobiernos; eso implica derechos de petición y reparación de agravios.

 Al prohibirnos tomar Su nombre en vano, Dios nos ha dado el derecho a tratar ese nombre respetuosamente. Ningún gobernante tiene autoridad para obligarnos a tomar el nombre de Dios en vano: jurar falsamente, o mentir, en el nombre de Dios, o emplearlo mal de algún otro modo.

 Al mandarnos guardar el sábado como día santo, Dios nos ha dado el derecho a apartar cada séptimo día para la adoración y estudio de Su Palabra, que ningún gobernante tiene autoridad para infringir.

 Al mandarnos honrar padre y madre, Dios ha dado a nuestros hijos el derecho a ser enseñados por nosotros, y a que se respete lo que les decimos. Ningún gobierno tiene derecho a adoctrinar a nuestros hijos contrariamente a nuestros deseos, volcarlos en nuestra contra, o hacerles testificar contra nosotros.

 Al condenar el adulterio, Dios nos ha dado el derecho a llevar vidas castas y morales, el derecho a casarnos, y a ser fieles a nuestros cónyuges, y por ende a tenerlos fieles. Ningún gobernante tiene autoridad para violar estos derechos, ni para hacer leyes que alienten su violación.

 Al condenar el robo, Dios nos ha dado también el derecho a la propiedad. Es cierto que los gobernantes que nos sirven bien se ganan su merecido salario, e incurren en gastos que debemos pagar; pero no tienen autoridad para confiscar arbitrariamente nuestra propiedad, sea para su propio enriquecimiento, o para aparecer como "benefactores" a costa nuestra (Lucas 22:25,26).

 Al condenar el falso testimonio, Dios nos ha dado el derecho a decir la verdad, y ningún gobernante tiene autoridad para forzarnos a levantar falso testimonio contra el prójimo.

 Un gobernante que nos obliga a violar alguno de los mandamientos de Dios, deja de ser un representante de Dios. Se convierte por el contrario en un representante de Satanás, que trata de hacernos rebelar contra nuestro verdadero gobernante Jesucristo.

 Podría seguir, pero mi punto debería estar claro: ¡La Ley de Dios es libertad! (Santiago 1:25). No pretende reglamentar a los buenos ciudadanos, sino condenar a los perversos (1 Timoteo 1:9). Dios no nos ha dado licencia para vivir vidas amotinadas, violentas, impías o deshonestas. Por el contrario, nos ha dado libertad para vivir vidas tranquilas y pacíficas, con piedad y honestidad (1 Timoteo 2:2). Este es el verdadero fin al cual Dios quiso que un gobierno sirviera, y del cual como ciudadanos tenemos el deber de cuidar que no se nos desvíe.
 

Nota del traductor:
De Josh Macdowell puede conseguirse en español su libro "Evidencia que exige un veredicto", en Editorial Vida; y además el segundo tomo de esa misma obra -con idéntico título-, en Editorial Clie. Como también "La verdad sí importa", en Editorial Mundo Hispano.
 


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